sábado, 29 de enero de 2011

LA EMPRESA FABRICA DE VALORES

Nuestra sociedad da pasos agigantados hacia el progreso y el desarrollo tecnológico, pero retrocede a mayor velocidad en sus valores morales.

Si lográramos al menos mantener los principios rectores que rigen el código moral y la base de la ética, las cosas serian diferentes, y no estaríamos viviendo lo que hoy tenemos, una situación cada día más compleja y desalentadora, en la que se ha logrado legitimar lo ilegal, lo indebido y lo inadecuado, como si eso fuera lo normal y lo que es admitido.

La sociedad actual ha legitimado nuevos valores, entre ellos: aprovecharse del débil, del desamparado, del ignorante y del impedido es muestra de viveza; seguirle el juego al corrupto es una decisión inteligente para sobrevivir en el mercado; no meterse en lo que no le importa, así se esté atropellando a otros, es ser inteligente; la infidelidad mientras tu pareja no se dé cuenta, no es mala; la agresividad es mecanismo de defensa; y así como esos muchos.

Hemos perdido principios básicos de convivencia y nuestros códigos morales, dejando atrás la igualdad, la equidad, la imparcialidad, la solidaridad, el mismo respeto, la sinceridad, la honestidad, la honradez y otra serie de principios que generan bienestar, tranquilidad, felicidad y que producen un sentimiento especial que da ganas de vivir, que estimula el amor y nos llena de paz.

Este tema inclusive ha sido por algunas personas denominado: “una pendejada”, porque según ellos, la vida ha cambiado y tenemos que cambiar con ella, y las cosas ya son diferentes. Hoy en día prima el concepto defiéndete como puedas; no se puede confiar en nadie; la competencia es dura y si te toca que hacer zancadilla hay que hacerla; primero yo, segundo yo y tercero yo; el mundo es de los vivos; si te dan papaya tómala; hay que aprovechar de las oportunidades, lleguen como lleguen.

Parece ser que se le hace honor la famosa frase de Maquiavelo, “El fin justifica los medios”, por lo que no importa el cómo, lo importante es el fin, y eso sucede en el seno de los hogares, en la vecindad, en la empresa y en general en nuestra sociedad.

Si mantenemos una actitud permisible en la modificación de principios y valores, si ya lo moral dejó de ser importante y la ética simplemente tiene un valor etimológico ya nada practico ni aplicable, la sociedad está enferma, y por ende enferma sus empresas.

Es desde el núcleo de la familia y en las escuelas, que se siembran los pilares de la moral, de la ética y de esos principios que construyen paz, felicidad y armonía, por lo que la empresa actual, que esta afectada y por ende padece las consecuencias de una sociedad enferma, ya que en ella laboran personas que vienen con esta nueva e indebida escuela, y se relacionan con otros actores contagiados con lo mismo, ella, la empresa, sufrirá las consecuencias, pues si analizamos más anti valores, encontramos motivos por los que muchas de las empresas son improductivas o tienen problemas serios de falta de pertenencia, desfalcos y conflictos, entre ellos: La empresa no es mía, yo tan solo hago lo que me corresponde por la plata que me pagan; o, tengo que aprovechar el cuarto de hora.

Es importante que los directores de las empresas, sobre todo los gerentes y los encargados de la gestión del personal, inicien acciones internas entre su población laboral, para rescatar aquellos aspectos personales que tanto les interesa, pero que ya pocos tienen, y que son definitivos para hacer de su grupo de trabajo un equipo debidamente cohesionado regido por los principios que generen confianza y construyan empresas sanas, repercutiendo así en los grupos familiares.

La empresa de hoy tiene entonces la tarea de ayudar a formar en principios y valores morales a la gente, en crear los cimientos éticos para la sociedad, para así crear equipos eficientes y sobre todo que construyan una sociedad de futuro mejor, la que esperamos dejar a nuestros hijos.